Un caso de éxito

Algunas tareas, por mucha que sea la ilusión que invertimos en ellas, son (repite conmigo) en-go-rro-sas. El hecho de renovarse, sobre todo cuando emprendemos una nueva aventura, personal o empresarial casi siempre es ilusionante. Pero una cosa es la ilusión, la idea, y otra muy diferente es llevarla a la práctica.

Vamos a poner un ejemplo, inventado pero basado en hechos reales, como sabrás si eres empresario y tienes unas oficinas. Digamos que el protagonista de esta historia se llama… Juan, por poner un caso.

Juan trabaja de ocho a cuatro como administrativo en una empresa de fabricación de… llaveros de madera. De nuevo es un suponer. Y resulta que tiene un jefe para el que la palabra cretino sería un halago del todo inmerecido. Como Juan conoce al dedillo el mundo del llavero de madera, un buen día, tras un encontronazo con su jefe, pide la cuenta y se va a instalarse por su cuenta. Valiente, el chico.

Una aventura más mundana de lo esperado

Y como no es el primero en irse de la empresa, pero sí el que más iniciativa tiene, Juan llama a algunos excompañeros de la fábrica y les comenta su idea de montar el negocio por su cuenta, a lo que todos se muestran receptivos, e incluso colaboradores: uno cede una nave que es suya hasta que el banco los separe; el otro ofrece un local en bruto para que lo acondicione como oficinas

… Dádivas e inversiones particulares que se convierten en el germen de una empresa ¡La idea está en marcha! Pero llega el momento de hacerse cargo de la parte mundana. Altas, seguros, seguridades sociales, impuestos, prebendas y diezmos a la Santa Madre Iglesia. Bueno. Es dinero. Páguese, al igual que se paga el material y los primeros sueldos antes de que salga un solo llavero de la nave industrial.

¡Socorro!

Pero lo de acondicionar el local es más fácil decirlo que hacerlo. La parte de dividir el espacio no ha sido complicada: un par de despachos y una oficina más grande para una recepción y cuatro mesas. Pero… ¿Qué mesas? ¿Qué sillas? ¿Qué archivos? ¡¡Qué locura!!

Juan, que no es siquiera capaz de armonizar el cabecero de la cama con las mesillas de noche, se ve obligado a visitar docenas de tiendas para decidirse por unos muebles acordes a sus gustos, al tipo de empresa que regenta y a los empleados y sus puestos de trabajo.

Cuando está, pobre, a punto de dejarlo por imposible, recuerda que tiene una conexión de Internet en casa que sirve para más que para descargarse música y películas. Casi al azar (sólo sabe lo que le dicen, que hay variedad servicio y buen precio), Juan decide comprar aquí.

Los muebles, una de las claves del éxito

El nuevo empresario amuebla y aun decora la oficina a su gusto y con poco dinero. Aunque no tenemos como demostrarlo, es posible que el mobiliario, en cuya elección han intervenido expertos en el tema y, un poquito, su esposa, da sensación de seriedad y solvencia y atrae las inversiones para que “Llaveros de madera SC” crezca hasta el punto de absorber a su antigua empresa.

Abandonamos el presente histórico y usamos el literal: la empresa ha ido creciendo y, como un cangrejo ermitaño, ha tenido que mudarse de local con cada expansión. Eso sí, lo que no ha vuelto a darle quebraderos de cabeza al empresario es la cuestión de cómo amueblar sus oficinas.

Lo de los impuestos es otra historia, que se desarrolla en otros locales.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría el por .