Implantarse joyas en los ojos ¿locura o moda?

Las modas evolucionan muy parejas en los últimos tiempos a la cirugía. Ahora, lo más novedoso en Estados Unidos es implantarse joyas en los ojos, todo ello previo paso por quirófano, ya que se trata de una operación en toda regla.

La primera operación ya se ha llevado a cabo con éxito en aquel país, y los doctores que han intervenido en ella, se muestran convencidos de que va a ser el próximo grito en 2014. Como es lógico, los medios de comunicación se han hecho muy pronto eco de una noticia que es, a partes iguales, novedosa y arriesgada. ¿Merece la pena?

Primera prueba superada

Lucy Luckayanko, una joven rusa de 25 años, ha sido la primera persona en apostar por este tipo de excentricidad en Nueva York. La elección: un pequeño brillante de platino que el equipo de la clínica Chynn ha implantado con éxito en su ojo mediante un corte muy cuidado, de hecho, no fue necesaria sutura ninguna.

Como es natural, esta moda supone molestias. Los primeros días la muchacha ha confirmado que sentía como que “tenía algo en el ojo”, pero que tras la primera semana todo ha pasado y ya no percibe nada extraño. La cuestión ha sido acostumbrarse al nuevo objeto que, en realidad, ya forma parte de ella misma.

Toda una celebrity, ya que la operación fue seguida en directo por los propios transeúntes que circulaban en torno a la clínica. Y es que, toda la intervención fue pública. Una campaña más de marketing que les ha servido para que, en los siguientes días, cuatro personas más se sumasen a esta nueva tendencia de implantarse joyas en los ojos.

 

Advertencia para excéntricos

Como es de suponer se trata de algo arriesgado, por lo que la Academia Americana de Oftalmología ya ha advertido del peligro que conlleva. Su recomendación: que no se sometan a este tipo de intervenciones, porque no están aprobadas por los organismos competentes.

De hecho, no se cuenta aún con pruebas suficientes para asegurar si son o no seguras. Algo que puede conllevar, con el paso del tiempo para los pacientes, infecciones e incluso el perforado del propio globo ocular, por la pieza que se ha incrustado de forma artificial en él.